Cualquier semejanza con la realidad puede que no sea mera coincidencia

Ahora en Medium

  • norte - Mi corazón idiota, como dice la canción, pero ya no brilla. Recorro tus calles, en silencio, algo falta. Alguien falta. Fantasmas que me visitan en sueños...

martes, julio 9

Insanidad: El momento exacto

      Venías caminando por la calle, apurado y pensando en como habías hecho para atrasarte esta vez, simplemente tenías una enorme facilidad para salir tarde a todo. Venías pensando en que excusa decirle pero en el fondo sabías que no necesitabas ninguna. Ella te conocía bien y sabía tus defectos, y por sobretodo los aceptaba. Al igual que tu aceptabas que ella siempre llegara quince minutos antes a todos los lugares, haciendo que tu tardanza fuese más notoria y aumentando significativamente tu sentimiento de culpa. Sentimiento que se desvaneció, junto con todas tus preocupaciones, cuando la viste parada, en la esquina que habían acordado encontrarse, mientras te sonreía. Estaba parada contra una vidriera mirándote fijamente. Ese día vestía un saco marrón de gamuza y llevaba también guantes, un pantalón negro y botas. A medida que te acercabas podías notar cómo sus enormes ojos, color miel, brillaban como nunca lo habían hecho. Su cabello, color castaño claro, estaba suelto ese día y parecía bailar con el viento. Al verla tu cabeza se ponía a viajar, por tu mente pasaban miles de frases e ideas un poco cursis y eso te hacía sentir raro. No sabías como describir ese mar de emociones que te inundaba cada vez que la tenías cerca. Te gustaba, pero a la vez te asustaba sentirte así.
-Al fin llegás -dijo mientras sonreía.
-Si, sabés como soy. Vos supongo que viniste un rato antes, como siempre -respondiste.
-Si. ¿Entramos? Me estoy congelando.
-Dale.
     Habían quedado de ir a ese lugar desde hacía un par de días. El lugar lo habías elegido vos, porque te gustaba el café que servían, aunque en el fondo hubieses ido a cualquier lugar dado que lo que más te importaba en ese momento era su compañía. Se sentaron junto a una ventana que ya estaba empezando a empañarse a causa del gélido día de junio. Ordenaron ambos lo mismo, un café y una porción de tarta de manzana. La tenías frente a ti y no podías apartar tu mirada de ella, era simplemente hermosa. Por momentos te preguntabas que hacía allí sentada contigo. En medio de tu delirio fuiste interrumpido por su voz.
-Siempre viajando en tus pensamientos. A veces me pregunto que habrá en esa cabecita -expresó mientras le agregaba azúcar a su café.
-Ya lo sabés, tenés una habilidad única para leerme la mente -respondiste mirándola a los ojos.
-Eso es cierto, y vos a mí. Y eso a veces me asusta, es decir, nunca nadie me conoció tanto -dijo mirando su taza. La conocías hace pocos meses y siempre había sido demasiado cerrada. Rara vez expresaba lo que pensaba o sentía. La miraste nuevamente y te acordaste del día en que la conociste, en medio de tantas luces. Fue una casualidad que te hayas girado en aquel exacto momento en cual te miraba. A pesar de que parecía estar triste o enojada, cuando sus ojos se encontraron esbozó una leve sonrisa.
-Me encantas. ¿Sabías? -le dijiste.
-No empieces. Nunca se que responderte cuando hablamos de esto. A pesar de que siento mil cosas, nunca se como decírtelas y me deja mal que hables solo. 
-No importa. No tenés que decirlo con palabras, lo sabés bien. Me lo demostrás con actitudes y eso es mucho más importante. Como cuando nos conocimos y me sonreíste. Se que lo hacés pocas veces, no le sonreías a nadie más ese día.
-Ah. Es que me estaba acordando de un chiste -dijo soltando una leve carcajada.
-Ves y eso también. Siempre tenés una respuesta para todo, y son las mejores respuestas siempre. Aunque a veces seas un poco amarga.
-Los mejores tragos son los más fuertes -expresó mientras te miraba con ojos soñadores.
-A lo que voy es que hay algo que no se como expresarte. Se que tiendo a irme por las ramas cuando hablo. A veces decís que parezco una mina cuando me pongo así, pero en el fondo sabés que es mi forma de ser. Como vos que no decís nada, pero con pequeños gestos me demostrás todas esas cosas que decís que sentís. Y ahora estando acá, analizando todo se me ocurren mil cosas y se me enredan las ideas. Si supieras lo especial que sos, lo importante que sos. Cuando nos conocimos estaba perdido, no sabía ni que rumbo tomar, pero apareciste vos y todo eso cambió. Siempre me escuchaste y me tiraste la justa cuando tenías que hacerlo. Nunca me pintaste un mundo perfecto, un mundo multicolor, si lo que tenías que decirme era algo oscuro me lo decías igual y es esa sinceridad fue lo que me encantó en vos. No andamos por ahí fingiendo ser la pareja perfecta, no nos decimos cosas lindas al oído todo el tiempo ni nos dedicamos poemas. Simplemente dejamos que esto sea y suceda. No espero que todos los días me escribas para decirme los buenos días, pero se que las pocas veces que lo hacés es porque de verdad me extrañás y eso se valora más. Tampoco espero que me digas todo el tiempo en donde andás o que hacés, porque al hacer eso perdemos la privacidad y la confianza. Y yo confío en vos, al igual que vos confias en mí. Sabemos bien que si la cagamos acá, perdemos ambos y ninguno quiere eso. Tampoco nos vendemos espejos de colores, no juramos que esto va a ser eterno ni nos prometemos un futuro ideal. En cambio disfrutamos cada momento como si fuese el último y nos dejamos llevar por todo, sabiendo que estamos bien así. Discutimos demasiado y eso es bueno, conocemos los defectos del otro y no tratamos de cambiarlos, los aceptamos y convivimos con eso. Lo que quiero decirte es que todo esto es un poco nuevo para mí y que a veces me da mucho miedo. Somos un desastre ambos y no tenemos planes. Los domingos dormimos todo el día y odiamos el lunes, y también la maldita rutina. Yo no se que será de nosotros en un año, pero se que ahora soy feliz. Vos me hacés feliz. Se que no soy el primero en tu vida y no se si seré el último, y a vos te pasa igual, pero se que ahora quiero ser yo y nadie más. Siempre dije que mi sueño era cambiar el mundo pero en este momento con cambiar el tuyo me conformo. No es que renuncie a mis sueños por vos, nunca lo haría, pero es que ahora vos sos parte de ellos. Con verte sonreír ya me siento realizado. Cada vez que agarro tus manos frías siento que todo tiene un sentido. Me encantás, de verdad -dijiste y justo cuando pensabas continuar notaste que sus ojos estaban más brillantes que de costumbre y que de ellos comenzaban a brotar lágrimas y mientras te miraba movió los labios.
-Te amo -y esa fue la primera vez que la escuchaste decir esas palabras. Y no solo vos, el universo también.

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Disponible en Amazon