Es lunes y me duele la cabeza, es lunes y estoy
cansado. Odio los lunes, me cuesta arrancar y más si duermo mal. Dormí poco, me
duele la espalda. Mañana va a llover, lo leí en el diario, me gusta la lluvia.
Me gusta caminar en la lluvia, me tranquiliza. Tengo que estudiar. Estoy
trabajando, me comí un sándwich olímpico, espero que no me caiga mal. Hace
mucho tiempo que no escribo, estoy muy ocupado. ¿Ocupado? Facultad, trabajo,
nada del otro mundo. ¿Por qué pienso que estoy ocupado? No lo sé. Pienso en el sándwich
que está en mi estómago, en la gaseosa que está fría (por suerte) y como el
sueño hace que me duela un poco la cabeza. Debería volver a estudiar
bioquímica, estudiar en la oficina es complicado. ¿Debería renunciar? El examen
es el viernes. ¿Podré llegar bien? Creo que puedo, bioquímica es engorrosa pero
me gusta. Lo que odio es bioética, pero no es tanto. El aire acondicionado está
encendido, es invierno pero siento como si estuviese en uno de esos días de
verano en los cuales extrañas el frío. El aire está pesado, deberían apagarlo,
el calor me pone de mal humor. Mi termo ya no es como antes, el agua se enfría, me dejó
tirado; debería comprar otro. ¿Cuál era la constante de equilibrio? Ya me
acordé. ¿Puse a lavar ropa? No, soy un boludo. Tengo muchas servilletas
descartables en el escritorio, y más allá está la taza sucia y un cuchillo,
esto es un desastre. Debería lavar la taza que usé ayer para tomar café. Soy yo
el desastre. Me duele el estómago, sabía que no tendría que haber comprado ese sándwich,
me ganó la pereza de caminar más hasta el supermercado. La panadera que me
atendió es nueva, no la conozco. Afuera está soleado, junto con el aire
acondicionado que me está cocinando de a poco, esto parece un día de verano. En
la radio suena una canción muy deprimente, un tipo dice que es raro y se
pregunta qué está haciendo en ese lugar, dice que no pertenece allí. ¿Acaso no
sentimos todos eso? Es triste, si, nos cuesta encajar, a mí me cuesta encajar. ¿Será
la vida un gran rompecabezas? Alguien me enseñó que para armar uno primero
tenés que separar las piezas por colores y luego ir por los bordes de a poco.
¿Nos estaremos salteando esos pasos? ¿Será por eso que no encajamos bien?
¿Habremos perdido piezas? Divago y me acuerdo que tengo que estudiar. Genética,
me encanta. Extraño mi cama, quiero dar ese examen y dormir una semana. ¿Por
qué siempre estoy tan cansado? Necesito algo que me de energía. ¿Debería tomar
otro café? Pero aún tengo gaseosa. Tantas preguntas. Me acuerdo que también tengo pendiente el libro de
programación. Me meto en muchas cosas a la vez. Voy a explotar. En media hora
me voy a casa. ¿Por qué los sándwiches de esa panadería me caen mal? Los
bizcochos por suerte no me hacen sentir así, son mi salvación cuando me duermo
y no desayuno en casa. Debería escribir más seguido, otra vez, esto me ayuda.
¿Por qué dejé de hacerlo? Cierto. No tengo tiempo. ¿Dónde perdí tantos minutos?
¿Estaré viviendo demasiado? No lo siento así, no siento que esté viviendo
tanto. Mi cabeza es un caos, se siente como una guerra. Es una guerra y ni
siquiera hay bandos definidos, es una especie de todos contra todos. Me
pregunto quién sobrevivirá al final. Mi pelo está muy largo, me gusta así, me
siento libre. ¿Libre de qué? Nunca fui un esclavo. No sé, pero me gusta el pelo
así. Quiero dormir, estar sentado seis horas arriba de un ómnibus me mata, me
duele la espalda. Y venir a la oficina luego, no ayuda. Dejé el libro de métodos en casa, pero creo que tengo un par
de anotaciones en la cuadernola. Me quiero ir. Voy a vomitar. No, falsa alarma.
¿Por qué me siento tan nervioso? No es el examen, eso no me quita el sueño. ¿A
qué le tengo miedo? No sé, no tengo idea. ¿Y si estoy en la guerra también?
¿Ganaré yo?
Es lunes y me duele la cabeza.