Cualquier semejanza con la realidad puede que no sea mera coincidencia

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  • norte - Mi corazón idiota, como dice la canción, pero ya no brilla. Recorro tus calles, en silencio, algo falta. Alguien falta. Fantasmas que me visitan en sueños...

lunes, agosto 5

Historias: Orquídeas



—Mañana me caso —dijo Patricio con los ojos en lágrimas. —Mañana me caso y en vez de estar en casa preparándome para el gran día, estoy acá, hablándote. No debería decírtelo pero ya lo sabés, me encantaría que fueses vos la que me estuviera esperando en el altar. No es que no la ame a Fernanda, es que sencillamente no me pude olvidar de vos, de eso que vivimos juntos. Fer fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida, es maravillosa y agradezco cada día que paso a su lado. Casi puedo afirmar que ella me salvó la vida. Ella apareció justo cuando pensaba que todo estaba perdido. Pero lo que teníamos vos Sofía, era algo que difícilmente vuelva a pasar.


»En casa las cosas están mejor. Las peleas con papá no son tan seguidas y hasta a veces hablamos. Tenías razón cuando me decías que tenía que tratar de entender su punto de vista y no cerrarme en mis ideas. Creo que tenías razón en muchas cosas que me pasaban. Fue injusto que me diera cuenta de todo eso cuando vos ya no estabas —se puso a mirar el cielo, que estaba despejado esa noche.

»Muchas veces tuve ganas de seguirte, de ir hasta donde estabas. Luego me di cuenta de que el mundo no funciona así. A pesar de todo el dolor que sentía, no podía dejarlo todo, tenía que ser fuerte y saber que la tormenta iba a pasar tarde o temprano. Y pasó, la tormenta pasó, pero nunca pude olvidarte del todo. Nunca dejé de extrañarte en realidad. Siempre que cerraba los ojos te veía ahí, sonriéndome, como en los viejos tiempos.

»Cuando venía para acá me puse a pensar en el día en el que nos conocimos. Fue algo tan raro, tan casual y a la vez tan mágico. Recuerdo que estaba parado por entrar a una clase en la facultad y apareciste preguntando si sabía donde quedaba el salón de actos, dado que ahí ibas a tener una charla sobre tu carrera. Yo era nuevo y no estaba seguro de en donde quedaba pero te ofrecí ayuda para encontrarlo. Nunca llegaste a esa charla, terminamos tomando un helado mirando el lago que está en el parque, aquel que tanto te gustaba. Luego sabemos como todo terminó, éramos el uno para el otro. Es como si en ese mismo instante en el cual nos miramos a los ojos por primera vez hubiésemos sabido que andábamos buscándonos de toda la vida. Si tan solo pudiera volver a vivir ese día una vez más, no sabés lo feliz que sería.

»Me acuerdo de tus ojos verdes, y tu cabello dorado. Eras como un ángel, de cierta manera siempre lo fuiste. Me acuerdo de tu manera de caminar, un poco torpe, parecía que te ibas a desarmar y sin embargo terminaste siendo una de las mujeres más fuertes que conocí. Siempre decidida a luchar por tus sueños, y por los míos también y en su momento por los nuestros. Me acuerdo de tu acento extraño, porque no eras de este lugar, venías de muy lejos y aún conservabas esa tonalidad tan dulce. Más de una vez te quedé mirando mientras me preguntaba como hacías para ser tan perfecta, tan perfecta para mí.

»Siento que soy injusto al decir esto, pues mañana voy a jurarle amor eterno a otra mujer. Es que necesitaba desahogarme, hay tantas cosas dando vueltas en mi cabeza.


»Es tan difícil todo... —suspiró.

»A Fernanda la amo, ya te lo dije. Me hace muy feliz y se que la hago feliz a ella. Fue quien me devolvió la sonrisa cuando creía que ya nada me iba a hacer querer vivir de nuevo. Hace seis años que estamos juntos y pasó todo tan rápido. Me acuerdo de cuando te conté que la conocí, estaba muy nervioso ese día. Era como si luego de tanto sufrimiento al fin pudiera volver a ser feliz, todo volvía a valer la pena. Se que si la conocieras te caería bien, supongo que ya lo hacés también.


»En fin, creo que debería volver. No se si habrán notado mi ausencia y además debo descansar para mañana. Gracias por escucharme Sofi —dijo mientras las lágrimas comenzaban a brotar cada vez más de sus ojos. —Te traje algo —se levantó de donde estaba sentado, se acercó a la lápida y dejó una docena de orquídeas.

»Son tus favoritas, se que te van a encantar. Voy a venir a verte pronto para contarte como salió todo, aunque se que estés donde estés, siempre me estás observando y cuidando. Sos mi ángel, siempre rezo por vos. Te amo, te amo.

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