Eran
casi las diez de la noche cuando te encontrabas ahí, sentado en aquella sala
tan peculiar. No sabías si era el olor a incienso o el aire caliente que
provenía de la estufa lo que te hacía sentir algo mareado. Habías ido hasta
allí para realizar una entrevista a un gurú que supuestamente sabía los
secretos de la vida y estaba dispuesto a revelarte un par para publicarlos en
la revista en la cual trabajabas.
El
gurú era un tipo bajito y pelado, un viejo con cara de bueno. Hablaba muy
pausado y eso hacía que por momentos sintieras ganas de bostezar y echarte a
dormir mientras escuchabas su relato. Te estaba contando de los verdaderos
Dioses, te decía que eran muchos en realidad pero que actualmente solo tres
estaban mirando a la Tierra, los demás se habían ido a otros mundos porque la
humanidad era simplemente aburrida.
—Y cómo te iba contando,
los demás Dioses se aburrieron y se fueron, quedaron acá tres, que son los más
venerados actualmente en occidente y medio oriente —te decía el viejo.
—¡Ah! —exclamás mientras
tomás notas.
—Si. Es muy interesante.
Pero lo más interesante pasó cuando estos Dioses que quedaron también se
aburrieron. En vez de irse, decidieron hacer un juego, una especie de regalo y
castigo a la humanidad, lo llamaron “El botón de reinicio” —te sigue contando
con la misma tranquilidad de siempre.
—¿El botón de reinicio? —preguntás,
ahora si un poco más interesado en el tema.
—Dejame explicarte, el
botón de reinicio consiste en, como ya lo dice su nombre, en un botón que va
cambiando de lugar todo el tiempo, hoy puede ser la llave de luz que está al
lado de la puerta, pero la próxima vez puede ser el botón de un ascensor en
alguna casa de masajes de Bangkok. El botón cambia de lugar cada vez que es
presionado.
—¿Pero qué hace
exactamente ese botón?
—Reinicia al mundo, como
si fuese un juego de esos que están de moda ahora. ¿Viste cuando perdés una
vida y querés volver a empezar? Así funciona. Es más, creo que esa idea de los
juegos pudo haber salido de algún vivo que se enteró del botón, o habrán sido
los Dioses mismos que mandaron esto, así nos podemos divertir como ellos.
—¿Pero cómo lo reinicia
exactamente? —ahora estabas fascinado ante las palabras del gurú, no sabías si
eran ciertas o tan solo se trataba de un invento provocado por los delirios de
un anciano que casi llegaba a los cien años de vida.
—Digamos que el mundo
vuelve exactamente al mismo punto en el que se encontraba la última vez que fue
presionado el botón, y luego desaparece hasta que pasa el tiempo desde el punto
al cual se regresa y el punto en el cual se presionó luego, a partir de ahí el
botón comienza a vagar por el planeta de forma aleatoria, esperando a que alguien
vuelva a reiniciar todo. Entonces se van creando muchas realidades distintas,
se van generando cambios.
—¿Quiere decir que si lo
presiono ahora y vuelvo a un punto, supongamos de tres días atrás, tendrían que
pasar esos tres días para que el botón pueda volver a ser presionado? ¿Y nadie
lo nota? —preguntaste mientras tomabas cada vez más notas y tratabas de
imaginar todo aquello y de entenderlo, aunque te costaba mucho.
—Más o menos, sí. Lo
interesante es que todas las personas que murieron desde el último reseteo van
a poder volver al instante de su muerte y tienen una especie de regalo, digamos
que pueden saber con un minuto de anticipación lo que va a suceder. Es un gran
rompecabezas que tarda mucho en completarse. Es caos, y es hermoso —dijo y
luego continuó—. ¿Nunca estuviste a punto de cruzar la calle y dudaste por un
segundo? ¿Nunca tuviste una corazonada de qué tal vez ese día sería mejor ir
caminando al trabajo que en tu auto? ¿Nunca sentiste que la muerte estaba cerca
de ti y que la habías esquivado magníficamente y por poco? Bueno, todas esas
situaciones se dieron a causa de éste reseteo.
—Sí, muchas veces —respondiste
sin poder agregar más palabras, estabas atónito. Nada de aquello tenía mucho
sentido, pero por alguna razón le habías creído. Luego de meditar un rato
preguntaste—. ¿Pero esos cambios no crean otras realidades?
—Eso no lo sé, los
Dioses aún no me lo confían. Son muy cuidadosos a la hora de darme información,
hace veinte años que me están contando sobre el botón de reinicio y hace solo
pocos días que me dijeron que podría revelarlo a la humanidad. Creo que piensan
que nadie me va a creer. Les gusta hablar con gente de aspecto lunático y
contarles secretos pues saben que nadie gastaría un segundo de vida en creer sus
historias, aunque a veces se equivocan y es ahí cuando nacemos los gurúes. Les
gusta usarnos como conejillos, fijate que es muy aburrido allá arriba, son solo
tres y no hay mucho que hacer.
Estabas sorprendido, habías ido allí porque no tenías
otra noticia que cubrir, esperando escuchar a un viejo hablar de jabones para
descargar energías negativas o mantos mágicos que curaban el cáncer y en cambio
estabas anonadado e hipnotizado ante una historia que seguramente nadie creería
pero que en tu interior sabías que era verdadera. No sabías si tu editor iba a
aceptarla pero estabas dispuesto a correr el riesgo.
—Una última pregunta —dijiste—.
¿Sabe usted cuándo fue la última vez que se apretó el botón o si estamos
esperando a que suceda otra vez?
—Ah, esperaba que
preguntaras eso —dijo mientras una sonrisa pícara se dibujaba en su rostro y
sacaba un arma del cajón de su escritorio y disparaba a tu pecho sin que
pudieras hacer nada—. Hasta el próximo reinicio —dijo y se echó a reír.
No hay comentarios :
Publicar un comentario